viernes, 12 de noviembre de 2021

3º ESO: El mester de juglaría y el 'Cantar del Mío Cid'

En la Edad Media la vida era extremadamente dura. La mayoría de la gente solo podía dedicarse a la agricultura de subsistencia, es decir, a cultivar para comer y poco más. Eso implicaba que tenían que estar trabajando todos los días sin descanso si querían sobrevivir. Por ello, era fundamental distraerse mientras se hacían cargo de sus tareas y, para ello, comenzaron a inventarse canciones y poemas.

Así nació la literatura en cada región de Europa: el pueblo componía esos poemas para distraerse y pasar el rato, tratando la gran mayoría de amor. En ese sentido, en la Península Ibérica aparecieron las jarchas en Al-Andalus (escritas en mozárabe); las cantigas de amigo en la zona de Galicia y Portugal; los villancicos en Castilla... Estos poemas estaban casi siempre protagonizados por una mujer que echaba de menos a su amado (o amigo).


Dichas canciones, aunque eran compuestas por el pueblo, fueron conocidas por todas partes gracias a los juglares. Estos eran unos profesionales que iban de pueblo en pueblo interpretando melodías con sus instrumentos musicales, haciendo juegos malabares y de habilidad y recitando esos poemas. De esta forma entretenían tanto al pueblo como a los nobles y se ganaban la vida. Es por ello que todos los poemas y canciones que los juglares se encargaron de hacer populares en la Edad Media (y que han llegado hasta nuestros días) conforman el denominado mester de juglaría.

No obstante, los juglares no solo se centraban en la temática amorosa, sino que también se dedicaban a las fiestas, las cosechas, la primavera y, sobre todo, los héroes. La figura del héroe era crucial en aquellos tiempos. A fin de cuentas, eran personajes a los que todos podían admirar, dado que representaban sus mejores valores: la valentía, la fuerza, el honor, la destreza... Esos héroes, protagonistas de los cantares de gesta (nombre de las composiciones que hablaban de sus aventuras), era un ejemplo de lo grande que era su reino en comparación con sus enemigos y eso, en la Península Ibérica, tenía muchísimo valor. No en vano, todos los reinos existentes (Al-Andalus, Castilla, León, Portugal, Navarra, Aragón) estaban continuamente peleados entre sí. 

En ese contexto surgió en Castilla una figura importantísima para el espíritu castellano, a saber, Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como el Cid Campeador. En realidad el Cid fue un mercenario que combatió por el que mejor le pagaba; pero, para los castellanos, que reconquistase Valencia fue una gesta sin precedentes que le dio fama y lo convirtió en una leyenda. Por eso, desde el siglo XII y hasta nuestros días, ha protagonizado películas, series de televisión, novelas, obras de teatro y poemas de toda clase. De todos ellos, el más famoso fue el 'Cantar del Mío Cid', composición anónima de 1207.

Veamos el siguiente resumen del argumento, para que conozcáis mejor la obra:

   

 En este otro vídeo tenéis un resumen algo más extenso de este 'Cantar del Mío Cid': 

 Como habéis escuchado, esta obra se divide en tres partes o cantos:

* El Cantar del destierro, en el que el Cid es desterrado por el rey y, en consecuencia, deshonrado, debiendo recuperar su honor por medio de la guerra.

* El Cantar de las bodas, en el que el Cid conquista y defiende Valencia con éxito, recuperando la confianza del rey. El monarca, como recompensa, casa a las hijas del Cid con los Infantes de Carrión, dos nobles de buena posición.

* El Cantar de la afrenta de Corpes, en el que los Infantes, humillados por los hombres del Cid, se vengan de este dejando medio muertas a las hijas de Rodrigo Díaz de Vivar en un campo. El Cid exige venganza y, en un duelo ante toda la Corte, se demuestra que los Infantes son unos cobardes y culpables del crimen. El rey Alfonso VI casa entonces a las hijas del Cid con los reyes de Navarra y Aragón.

Queda claro que, a lo largo de todo el relato, el tema más importante es el del honor. Ese era un valor muy importante en la Edad Media y una auténtica obsesión para cualquier caballero. Si no tenías honor, no valías nada. Por ello, cuando el rey destierra al Cid, no le queda otro remedio que recuperar su buen nombre de la única manera que sabe: haciendo la guerra. A lo largo de toda la historia se verá obligado a pelear para recobrar el favor del rey; y, cuando lo haga al reconquistar Valencia, tendrá de nuevo que defender su honor contra los Infantes de Carrión.

Por supuesto, el Cid siempre saldrá bien parado de todas sus empresas. De hecho, acabará con más honor al final del cantar, con sus hijas convertidas en reinas (lo que no sucedió de verdad). A fin de cuentas, los héroes de los cantares de gesta jamás podían perder: era un ejemplo perfecto de todas las virtudes del pueblo y, en consecuencia, hasta el mismo Dios se pone de su parte para que triunfe en todo lo que haga. Y así lo proclamará el narrador en todo momento:

Mucha alegría cundió      entre todos los cristianos
que en esa guerra acompañan       a Mío Cid bienhadado.
Ya le crecía la barba,       mucho se le va alargando,
que había dicho Rodrigo        cuando salió desterrado:
"Por amor del rey Alfonso,     que de su tierra me ha echado,
no entre en mi barba tijera,     ni un pelo sea cortado
y que hablen de esta promesa       todos, moros y cristianos".
El Campeador está          en Valencia descansando,
con él Minaya, que no      se separa de su lado.
Sus vasallos más antiguos       de riqueza están cargados.
A todos los que al salir         del reino le acompañaron
el Cid casas y heredades       en Valencia les ha dado.
La bondad de Mío Cid      ya la van ellos probando.
Y los que después vinieron       también reciben buen pago.

Fijaos en que, en este fragmento, solo se nos dicen virtudes del Cid. Para empezar, el narrador nos revela que todos los cristianos lo acompañan, es decir, que es un líder para ellos (y para cualquiera en la cristiandad); el Cid presume luego de dejarse una barba larga, un símbolo de honor entre los guerreros medievales; y su bondad y su generosidad quedan probadas al otorgar a sus aliados toda clase de riquezas.

También se percibe la admiración hacia el Cid en muchas de las expresiones que se usan para hablar de él, como "Campeador", es decir, guerrero victorioso; o "bienhadado", que indica que es una persona afortunada. A lo largo de todo el 'Cantar del Mío Cid' estas fórmulas de admiración se repetirán varias veces. Por ejemplo, es habitual referirse al Cid como "el que en buena hora nació", celebrando su existencia; "el que en buena hora ciñó espada", que se congratula de su naturaleza guerrera; o "el de la barba vellida", indicando el honor que posee. A estas expresiones que describen la grandeza del Cid se las llama epítetos épicos.

Hay otros aspectos importantes que se ven en ese fragmento, como el empleo de un lenguaje sencillo (para que todo el mundo pudiera entender la historia); los versos irregulares, con distinto número de sílabas (14 el primero, 16 el segundo...); la rima asonante (solo se repiten las vocales al final de los versos); y la separación de esos versos en dos mitades (o hemistiquios) por medio de un hueco en blanco (cesura). Todos esos son los rasgos más destacados de la primera gran obra en nuestro idioma.

RESUMEN

1.- Todos los poemas que cantaban los juglares pertenecen al mester de juglaría.

2.- Sus temas principales eran el amor (jarchas, cantigas) y las hazañas de héroes (cantares de gesta).

3.- El cantar de gesta más importante fue el 'Cantar del Mío Cid' (1207), de autor anónimo.

4.- Esta obra trata del destierro que sufre Rodrigo Díaz de Vivar, el Cid, y cómo recupera su honor luchando en nombre del rey de Castilla y, luego, para vengar a sus hijas.

5.- La obra se divide en tres partes: el Cantar del destierro, el Cantar de las bodas y el Cantar de la afrenta de Corpes.

6.- El tema central es el honor.

7.- El Cid, como todos los héroes de los cantares de gesta, es un hombre perfecto, que encarna virtudes como el honor, el valor, la fuerza, la destreza, la sabiduría...

8.- Para halagarlo, el narrador emplea epítetos épicos, expresiones que ensalzan su grandeza: "el que en buena hora nació", "Campeador"...

9.- El lenguaje es sencillo; la rima, asonante; los versos, irregulares; y estos están divididos en dos mitades o hemistiquios por un hueco llamado cesura.

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