1) Las aliteraciones, que consisten en la repetición de uno o varios sonidos en un verso o una estrofa. Veamos ejemplos de este último recurso:
En el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba
Como notaréis, el sonido /s/ se repite constantemente en los dos versos. Otro caso más:
Finales, fugaces, fugitivos
fuegos fundidos en tu piel fundada
En este caso, es el sonido /f/ el que aparece una y otra vez, formándose una aliteración.
2) Las onomatopeyas, que consisten en la representación escrita de sonidos de la realidad, ya sean de animales:
De objetos o acciones:
O de personas:
3) La personificación, que consiste en atribuir a objetos sin vida o animales propiedades o habilidades de los seres humanos:
El tren tose asmáticamente por la ladera.
Las estrellas nos miraban mientras la ciudad sonreía.
El tren es un objeto sin vida, al que se le ha dado una cualidad propia de los seres vivos: la tos. Lo mismo ocurre con las estrellas, a las que se les atribuye una habilidad de ser vivo, la de mirar, o con la ciudad, que sonríe igual que los seres humanos.
El árbol es como una casa para los pájaros y el techo para el vagabundo.
Hay algunos que son como los olivos, que sólo dan fruto a palos.
La clave para identificar este último, como ya os dije, es ver si hay algún como en las oraciones. Si lo hay, es completamente seguro que habrá una comparación o símil.
Tanto dolor se agrupa en mi costado que, por doler, me duele hasta el aliento.
No hay océano más grande que su llanto.
Es imposible que el aliento produzca dolor a una persona, ni que un llanto humano sea tan grande como un océano; es obvio que el escrito ha exagerado en ambos casos, es decir, que ha usado hipérboles.
6) La metáfora, que compara, asocia e incluso sustituye un concepto real con otro imaginario:
Tus cabellos son de oro.
Lógicamente, los cabellos de esa persona no son de verdad de oro; simplemente hemos asociado una imagen, la del oro y su color, con uno real, el del pelo rubio.
En su boca lucían unas hermosas perlas blancas.
Cuando el poeta habla de perlas blancas, no se refiere a la joya que se busca en los mares y se usa para los collares; simplemente ha asociado la imagen de la perla y su belleza con la de los dientes.
Murallas azules que van y vienen, acariciando las arenosas mejillas de África.
Al hablar de murallas azules, nos referimos, en realidad, a las olas del mar, igual que, cuando escribimos arenosas mejillas, mencionamos a las costas, a las playas de África, no a una mejilla de verdad. Esto es, asociamos imágenes reales con otras que nos inventamos, aportando así belleza al texto.
¿Alguna duda? Si es así, ¡a los comentarios!
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