miércoles, 12 de enero de 2022

3º ESO: Jorge Manrique y las Coplas a la muerte de su padre

Estamos llegando ya al final de la Edad Media. Todavía España no era más que un sueño y nuestro país seguía dividido en varios reinos. Uno de ellos, el de Castilla, vivió en el siglo XV una etapa bastante convulsa. Hubo muchas disputas por la corona y varias guerras civiles hasta que, finalmente, Isabel la Católica se convirtió en reina indiscutible de Castilla, casándose con Fernando II de Aragón. La unión de estos dos monarcas les permitió reconquistar Granada, unificar la Península bajo su mandato e incluso financiar la expedición de Cristóbal Colón en 1492 que le llevó a descubrir América. En ese año se puede poner el punto final al Medievo en nuestras fronteras.

Unos de los protagonistas indiscutibles en estos tiempos tan revueltos fueron los integrantes de la familia Manrique. Merced a estas revueltas por la corona de Castilla y la Reconquista, Rodrigo Manrique logró tanta fama y fortuna que pudo convertirse en conde por sus propios méritos, además de alcanzar otros honores (como ser Gran Maestre de la Orden de Santiago). Sin embargo, el Manrique que recordará por siempre la historia no sería este gran militar, sino su hijo: Jorge Manrique.

Jorge Manrique creció con las mayores comodidades que le pudo ofrecer su padre y recibió una esmerada educación, tanto en armas como en letras. De hecho, fue un guerrero consumado, que luchó contra el Reino de Granada y en favor siempre de la futura reina Isabel la Católica. El asedio al castillo de Montizón lo acreditó como un caballero de tanto honor y valentía como su padre, al que admiraba profundamente. Fue su arrojo en batalla lo que, por desgracia, lo llevó a los brazos de la muerte, con apenas 39 años.

De todos modos, aunque Jorge Manrique en su momento fue conocido por esa faceta en el campo de batalla, realmente lo que lo llevó a la posteridad fue la de poeta. Desde joven siempre tuvo mucha inquietud por las letras, imitando a los trovadores y sus poemas y canciones de amor. Poco a poco fue puliendo su estilo hasta que, en 1476, compuso su mejor obra, una que ha influido en autores de hasta el siglo XX. Se trata de Coplas a la muerte de su padre y, como se puede deducir por el título, versa sobre la tristeza que sintió Jorge Manrique por el fallecimiento de su padre, don Rodrigo. Es por eso que esta obra es una elegía: una serie de poemas destinado a llorar la muerte de un ser querido.

Sin embargo, de los 40 poemas que conforman esta obra, menos de la mitad hablan en realidad de don Rodrigo Manrique, al que, eso sí, elogia y convierte en un hombre perfecto, como se puede apreciar en este texto:

Amigos de sus amigos,

¡qué señor para criados

y parientes!

¡Qué enemigo de enemigos!

¡Qué maestro de esforzados

y valientes!

   ¡Que seso para discretos!

¡Qué gracia para donosos!

¡Qué razón!

¡Qué benigno a los sujetos!

¡A los bravos y dañosos,

qué león!

A lo largo de la obra Jorge Manrique no escatima en elogios para su padre, al que describe como un buen amigo, un amo complaciente y amable para sus sirvientes, un hombre esforzado, valiente, inteligente, bondadoso, valiente y fuerte como un león... Es decir, Manrique retoma en estos poemas la tendencia de los cantares de gesta de ensalzar en exceso a la figura del héroe, encarnado esta vez en un don Rodrigo del que se destacan sus victorias contras los árabes y su lealtad al rey.

Estas alabanzas, con todo, no serán el punto central de la obra. De hecho, los 25 primeros poemas ni siquiera mencionan a la figura de su padre, como podéis observar en el que introduce estas Coplas:

Es fácil entender cuál es el tema, ¿verdad? El deceso de su padre no solo lleva a Manrique a alabarlo, sino, sobre todo, a una profunda reflexión sobre la muerte y el sentido de la vida, que es lo que ha hecho universal a esta obra. En este sentido, en este primer poema se llama la atención del lector para recordarle que la vida pasa muy rápido y que la muerte le llega a todo el mundo. Un asunto muy similar se tocará en este otro famoso poema:

Nuestras vidas son los ríos

que van a dar en la mar,

que es el morir,

allí van los señoríos

derechos a se acabar

y consumir;

   allí los ríos caudales,

allí los otros medianos

y más chicos,

y llegados, son iguales

los que viven por sus manos

y los ricos.


En este, incluso, resalta cómo la muerte nos hace a todos iguales. No importa que uno sea rico o pobre, poderoso o humilde: todas las vidas acabarán en algún momento, del mismo modo que un río llega siempre a su final, el mar. Si os dais cuenta, en todos estos poemas no se hace mención alguna al padre de Jorge Manrique, quien, en realidad, pretende dar una lección a sus lectores sobre cómo es la vida y la muerte. Esto es, esta obra tiene una finalidad didáctica, pretende enseñar.

Para conseguirlo, Manrique ha utilizado, en primer lugar, un lenguaje bastante sencillo, aunque cuidado. De esa manera, cualquiera puede entender el mensaje que deseaba transmitir. A su vez, sus poemas son muy cortos, de apenas 12 versos, lo que hace que su lectura sea rápida y amena. Por otro lado, el poeta llama la atención de los lectores, como si de un profesor se tratase, utilizando habitualmente la primera persona ("nuestro" en el primer poema de las Coplas; "nuestras" en el de los ríos) o verbos que apelan a los receptores ("recuerde", "avive" o "despierte" en la primera copla).

Otro aspecto estilístico importante es el uso de la metáfora. Esta es un recurso literario que consiste en relacionar algo real con un elemento imaginario que se le parece. Por ejemplo, en el poema anterior dice que "nuestras vidas son los ríos". Evidentemente, las vidas de las personas no son ríos. Entonces, ¿por qué vincula Manrique la palabra "vidas" con "ríos"? Muy fácil: los ríos tienen un nacimiento (en las montañas) y un final (el mar), igual que las vidas de las personas. Por eso puede relacionar ambos conceptos en una metáfora. En este otro poema, por ejemplo, utiliza este recurso con el que relaciona la vida con un camino:


Este mundo es el camino

para el otro, que es morada

sin pesar;

mas cumple tener buen tino

para andar esta jornada

sin errar.

   Partimos cuando nacemos

andamos mientras vivimos,

y llegamos

al tiempo que fenecemos;

así que cuando morimos

descansamos.

De hecho, esta metáfora permite a Manrique tocar una nueva idea: la muerte no es algo malo, sino bueno. La vida, como un camino, es dura y agotadora, llena de peligros; por tanto, la muerte nos permite descansar, algo que se entiende como positivo, del mismo modo que dormir después de una larga caminata es deseable. 

Estas metáforas, aun así, no se las inventó Jorge Manrique. Es más, la forma de tratar estos temas sobre la vida o la muerte no son originales, sino que Manrique las copió de autores famosos de Grecia o de Roma que ya habían hablado de esos asuntos. No obstante, esto era algo típico en la literatura medieval, y lo seguirá siendo en el futuro: estos autores grecorromanos están considerados como grandes escritores, por lo que cualquier poeta culto debe imitarlos para alcanzar la grandeza. Es por eso que Manrique y otros muchos repetirán temas y enfoques que ya se habían realizado en la Antigüedad. A esos temas que se repiten desde Grecia y Roma se los conoce como tópicos y suelen tener nombres en latín. Manrique, en este sentido, usa varios, destacando:

A) El memento mori ("recuerda que morirás"), presente en todos los poemas que habéis visto,

B) El vita flumen ("las vidas son ríos"), que habéis leído en la copla III. 

C) El homo viator ("la vida del hombre es un camino"), como habéis contemplado en el poema anterior).

D) El tempus fugit ("la fugacidad del tiempo"), que señala que el tiempo pasa muy deprisa.

E) El contemptus mundi ("desprecio del mundo"), que indica que todo lo material acaba desapareciendo con la llegada de la muerte, por lo que no tiene valor.

F) El ubi sunt? ("¿Dónde están?"), que se pregunta dónde se encuentran figuras importantes de la historia, llegando a la conclusión de que también murieron a pesar de su poder y su fama.

Por último, a nivel estilístico cabe señalar que Jorge Manrique utiliza siempre una estrofa llamada copla de pie quebrado, cuya rima siempre es consonante y cuya métrica (podéis recordar estos conceptos en esta entrada) es así:

Es - te - mun - do es (sinalefa) - el - ca - mi - no 8a

pa - ra el (sinalefa) - o - tro, - que es (sinalefa)- mo - ra - da 8b

sin - pe - sar; 3+1 (acaba en aguda y se suma uno) c

mas - cum - ple - te - ner - buen - ti - no 8a

pa - ra an (sinalefa) - dar - es - ta - jor - na - da 8b

sin - e - rrar. 3+1 (acaba en aguda y se suma uno) c

   Par - ti - mos - cuan - do - na - ce - mos 8d

an - da - mos - mien - tras - vi - vi - mos, 8e

y - lle - ga - mos 4f

al - tiem - po - que - fe - ne - ce - mos; 8d

a - sí - que - cuan - do - mo - ri - mos 8e

des - can - sa - mos. 4f

Fijaos en que las letras no están en mayúscula, como pasaba en el mester de clerecía, sino en minúscula. ¿Por qué? Fácil: los versos que tienen 8 sílabas o menos son de arte menor y, para marcarlo, debemos poner la letra en minúscula. Por el contrario, los versos que tienen 9 sílabas o más son de arte mayor y, para señalarlo, ponemos la letra en mayúscula.

RESUMEN

1.- Jorge Manrique escribe en 1476 las Coplas a la muerte de su padre, dedicadas a su padre, don Rodrigo Manrique, por su fallecimiento.

2.- Se trata de una elegía: una serie de poemas que llora la muerte de un ser querido.

3.- El padre es ensalzado como un hombre perfecto: valiente, fuerte, buena persona, fiel al rey...

4.- Los temas centrales, con todo, son la muerte (inevitable y buena, pues nos conduce al Paraíso) y el sentido de la vida (debemos vivir con cuidado para salvar el alma). Tiene, por tanto, una finalidad didáctica.

5.- Para tratar esos asuntos, Manrique emplea tópicos (temas que se repiten a lo largo de la historia) como el memento mori, el tempus fugit o el vita flumen.

6.- Se emplea un lenguaje sencillo, pero cuidado; la primera persona y verbos para llamar la atención del lector; y las metáforas.

7.- Manrique utiliza una estrofa llamada copla de pie quebrado, con 12 versos con rima consonante y esta estructura: 8a8b4c 8a8b4c 8d8e4f 8d8e4f.

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