martes, 23 de noviembre de 2021

3º ESO: El mester de clerecía

Si recordáis de la última entrada sobre la Edad Media, en los orígenes de nuestra literatura despuntaban, sobre todo, los juglares. Estos se ocupaban de transmitir por todas partes las canciones que componía el pueblo (y, luego, los mismo juglares), los romances (breves poemas de ocho sílabas que contaban una historia), los cantares de gesta (que versaban sobre grandes héroes, como el Cid), etc. Durante varios siglos esa fue la tónica de la literatura en nuestra lengua hasta que se alcanzó el siglo XIII, época en la que apareció en la Península Ibérica un nuevo movimiento que rivalizó con este mester de juglaría. Se trataba del mester de clerecía.

Como su nombre indica, este mester ya no se debía a los juglares, sino a los clérigos, es decir, a los sacerdotes, monjes y otros religiosos. ¿Y por qué comenzaron a escribir literatura? Por una parte, consideraban que las obras de los juglares eran inmorales, que conducían al amor y al pecado; por otra, sentían la necesidad de crear poemas mejor escritos, con un vocabulario más rico y una métrica más conseguida; y, sobre todo, porque deseaban enseñar al pueblo cuestiones de religión católica.

¿De verdad la gente no sabía nada de su propia religión? En cierto modo, no. Las misas eran en latín y la Biblia también estaba escrita en ese idioma, por lo que los campesinos y muchos nobles, que no sabían leer ni escribir ni siquiera en castellano, no se enteraban de nada. Tampoco había catequesis como las entendemos ahora. Los únicos que recibían una buena educación y, en consecuencia, comprendían cualquier texto escrito eran los propios sacerdotes, quienes debían formar al pueblo de alguna forma. Para ello, se valieron de muchos recursos: la arquitectura (como las vidrieras o los pórticos de iglesias y catedrales), las esculturas y, cómo no, la propia literatura.

Con esos objetivos nació el mester de clerecía, del que podéis ver a continuación su definición de acuerdo al Libro de Alexandre, una de las primeras obras de este estilo:

Mester os traigo hermoso,     no es de la juglaría
mester es sin pecado,    pues es de clerecía
hablar curso rimado    por la cuaderna vía
a sílabas contadas,     pues es gran maestría.

¿Veis las diferencias? Aunque mantienen los hemistiquios (la división del verso en dos partes) y la cesura (espacio en blanco que las separa), los poemas de los clérigos eran bien distintos. Para empezar, el vocabulario es mucho más cuidado y culto. En segundo lugar, su métrica es regular, es decir, todos los versos miden lo mismo (tienen idéntico número de sílabas). Recordemos un poco cómo se medía un verso (lo tenéis todo en esta entrada):

1) Divido los versos en sílabas:

Mes - ter - os  - trai - go - her - mo - so, - no - es - de - la- ju - gla - rí - a
mes - ter - es - sin - pe - ca - do, - 
pues - es - de - cle - re - cí - a
ha - blar - cur - so - ri - ma - do - por - la - cua - der - na - ví - a
a - sí - la - bas - con - ta - das, - pues - es - gran - ma - es - trí - a.

2) Realizo las sinalefas, esto es, uno las sílabas que acaban en vocal o 'y' (si suena como una I) con aquellas que empiezan por vocal o 'y' (siempre de palabras distintas):

Mes - ter - os  - trai - goher (sinalefa) - mo - so, - noes (sinalefa) - de - la- ju - gla - rí - a
mes - ter - es - sin - pe - ca - do, - 
pues - es - de - cle - re - cí - a
ha - blar - cur - so - ri - ma - do - por - la - cua - der - na - ví - a
a - sí - la - bas - con - ta - das, - pues - es - gran - ma - es - trí - a.

3) Los hiatos (ma - es - trí -a, por ejemplo) siempre se respetan y se mantienen separados.

4) Cuento ahora el número de sílabas que tengo en el verso. Si la última palabra es aguda, se sumará uno al resultado; si es esdrújula, se restará uno:

Mes - ter - os  - trai - goher (sinalefa) - mo - so, - noes (sinalefa) - de - la- ju - gla - rí - a  14
mes - ter - es - sin - pe - ca - do, - pues - es - de - cle - re - cí - a  14
ha - blar - cur - so - ri - ma - do - por - la - cua - der - na - ví - a  14
a - sí - la - bas - con - ta - das, - pues - es - gran - ma - es - trí - a.  14

Como podéis comprobar, todos los versos miden lo mismo: 14 sílabas. Así les gustaba a los clérigos, que apostaron decididamente por este verso de 14 llamado alejandrino. Y aún hay más diferencias con respecto al mester de juglaría. Así, mientras que los juglares se decantaban por la rima asonante (solo se repiten las vocales al final del verso, y las consonantes no), los clérigos lo hicieron por la rima consonante (se repiten todos los sonidos desde la última vocal tónica):

Mester os traigo hermoso,     no es de la juglaría
mester es sin pecado,    pues es de clerecía
hablar curso rimado    por la cuaderna vía
a sílabas contadas,     pues es gran maestría.

Desde la vocal tónica I, se repiten en los cuatro versos los mismos sonidos, a saber, el de la I y el de la A. Es, por consiguiente, rima consonante. Además, fijaos que el autor ha escrito la misma rima para los cuatro versos. Eso también era típico del mester de clerecía: sus poemas se dividían siempre en estrofas de cuatro versos de 14 sílabas con la misma rima consonante entre ellos. A ese tipo de estrofa que usaban los clérigos y que presenta estas características se la llama cuaderna vía

En conclusión, si queremos analizar un poema del mester de clerecía, el resultado siempre será así:

Esta vida es buena, que no todo es robería, 
que muchos caballeros hay de muy gran valía, 
mas otros hay que tienen la cabeza baldía, 
y no puedes fiarte ya ni de tu misma tía. 

No debes pasearte más tarde de las ocho, 
que matones y bravos te dejan cual bizcocho; 
también de día hay truhanes que te dejan muy pocho 
si te hicieran el timo que llaman toco-mocho. 

Si a paje o a escudero contratas por soldada, 
y te vas de viaje y paras en posada, 
el paje los caballos venderá a la descuidada 
y a golpe de chapines harás la tu jornada. 

Es - ta - vi - daes - bue - na, - que - no - to - does - ro - be - rí - a, 
que - mu - chos - ca - ba - lle - ros - hay - de - muy - gran - va - lí - a, 
mas - o - tros - hay - que - tie - nen - la - ca - be - za  - bal - dí - a, 
y - no - pue - des - fiar - te - ya - ni - de - tu - mis - ma - tí - a. 

No - de - bes - pa - se - ar - te - más - tar - de - de - las - o - cho, 
que - ma - to - nes - y - bra - vos - te - de - jan - cual - biz - co - cho;
tam - bién - de - dí - ahay - truha - nes - que - te - de - jan - muy - po - cho
si - tehi - cie - ran - el - ti - mo - que - lla - man - to - co - mo - cho. 

Sia - pa - jeo - aes - cu - de - ro - con - tra - tas - por - sol - da - da, 
y - te - vas - de - via - jey - pa - ras - en - po - sa - da, 
el - pa - je - los - ca - ba - llos - ven - de - ráa - la - des - cui - da - da 
ya - gol - pe - de - cha - pi - nes - ha - rás - la - tu - jor - na - da. 

Esta vida es buena, que no todo es robería,   14A
que muchos caballeros hay de muy gran valía,   14A
mas otros hay que tienen la cabeza baldía,   14A
y no puedes fiarte ya ni de tu misma tía.   14A

No debes pasearte más tarde de las ocho,   14B
que matones y bravos te dejan cual bizcocho;   14B
también de día hay truhanes que te dejan muy pocho   14B
si te hicieran el timo que llaman toco-mocho.   14B

Si a paje o a escudero contratas por soldada,   14C
y te vas de viaje y paras en posada,   14C
el paje los caballos venderá a la descuidada   14C
y a golpe de chapines harás la tu jornada.   14C

¿Y qué significan esas letras? Es la manera de indicar (tal como expliqué en esta entrada) qué versos riman entre sí. Por ejemplo, dado que los cuatro primeros versos riman entre sí, a esos les corresponde la letra A (primera rima que aparece = primera letra del abecedario); a los cuatro siguientes, la B (segunda rima = segunda letra); a los otros cuatro, la C (tercera rima = tercera letra); y así sucesivamente).

En este segundo ejemplo que os he puesto se ven muy claramente todas las características del mester de clerecía: vocabulario culto (robería, baldía, soldada, chapines), empleo de la cuaderna vía (cuatro versos de 14 sílabas con la misma rima consonante) y su afán didáctico. Ciertamente esta vez no habla de religión, pero los clérigos no solo educaban al pueblo en asuntos relacionados con Dios o Jesucristo, sino que también daban consejos para la vida diaria (no pasees muy tarde o te atacarán; cuida bien de tus caballos...).

Muchos fueron los autores que cultivaron el mester de clerecía durante los siglos XIII y XIV, pero dos son los más destacados:

GONZALO DE BERCEO


Vivió prácticamente toda su vida en el monasterio de San Millán de la Cogolla y, como monje bien educado, leyó a los autores griegos y romanos y dedicó toda su vida a la escritura. A él se le deben obras dedicadas a los santos, a distintas cuestiones religiosas (la misa) y, sobre todo, a la Virgen. Su obra más conocida, de hecho, La tiene como protagonista indiscutible y se llama Milagros de Nuestra Señora (1252). En esta Berceo narra en verso 25 milagros que se atribuyen a la Virgen, la cual ayuda a aquellas personas que crean firmemente en Ella, incluso aunque sean viles pecadores. Con este libro Berceo quiso honrar a la Virgen y contribuir a difundir la fe en Su Figura.

JUAN RUIZ, ARCIPRESTE DE HITA

No se sabe mucho de la vida de Juan Ruiz, más allá de que ocupó el cargo de arcipreste (un puesto en la Iglesia de importancia) y que sufrió pena de cárcel. A él se le debe uno de los libros más originales de nuestra literatura, a saber, el Libro del Buen Amor (1330). Aunque respeta el estilo del mester de clerecía (vocabulario cuidado, cuaderna vía), Juan Ruiz abandona los temas religiosos para centrarse en el amor. De hecho, da muchos consejos de cómo se puede disfrutar de este sentimiento de forma adecuada, protagonizando el mismo arcipreste algunas correrías en las que tratará de seducir a distintas mujeres (una noble, una monja). En esas aventuras amorosas siempre le ayudará una alcahueta llamada Trotaconventos, una mujer mayor a la que contrata el arcipreste para que se ponga en contacto con las muchachas y las seduzca en su nombre. Juan Ruiz también ofrecerá lecciones sobre el poder del dinero y otras cuestiones de índole moral y material.

RESUMEN

1.- A los poemas que compusieron los clérigos durante la Edad Media se los conoce como mester de clerecía.

2.- El mester de clerecía tenía un afán didáctico, es decir, pretendía enseñar sobre religión, moral y otras cuestiones para la vida cotidiana.

3.- Se caracteriza por un vocabulario culto y el empleo de la cuaderna vía: estrofa de cuatro versos con la misma rima consonante entre ellos.

4.- A esos versos de 14 sílabas se les llama alejandrinos.

5.- Uno de sus autores más conocidos es Gonzalo de Berceo con sus Milagros de Nuestra Señora, obra en la que ensalza a la Virgen, quien siempre ayudará a quien lo necesite si cree fielmente en Ella y la sirve.

6.- El otro gran autor del mester de clerecía es Juan Ruiz, arcipreste de Hita. A él se debe el Libro del Buen Amor, un manual que aconseja sobre cómo disfrutar del amor y narra varias aventuras del propio arcipreste, quien seduce a varias mujeres gracias a la ayuda de la Trotaconventos.

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