martes, 31 de octubre de 2017

4º ESO: Soluciones y próximo comentario

SOLUCIÓN: Cartas marruecas, de José Cadalso

El atraso de las ciencias en España en este siglo, ¿quién puede dudar que procede de la falta de protección que hallan sus profesores? Hay cochero en Madrid que gana trescientos pesos duros, y cocinero que funda mayorazgos; pero no hay quien no sepa que se ha de morir de hambre como se entregue a las ciencias, exceptuadas las de pane lucrando que son las únicas que dan de comer.

Los pocos que cultivan las otras son como aventureros voluntarios de los ejércitos, que no llevan paga y se exponen más. Es un gusto oírles hablar de matemáticas, física moderna, historia natural, derecho de gentes, y antigüedades, y letras humanas, a veces con más recato que si hiciesen moneda falsa. Viven en la oscuridad y mueren como vivieron, tenidos por sabios superficiales en el concepto de los que saben poner setenta y siete silogismos seguidos sobre si los cielos son fluidos o sólidos.

Hablando pocos días ha con un sabio escolástico de los más condecorados en su carrera, le oí esta expresión, con motivo de haberse nombrado en la conversación a un sujeto excelente en matemáticas: «Sí, en su país se aplican muchos a esas cosillas, como matemáticas, lenguas orientales, física, derecho de gentes y otras semejantes».

Pero yo te aseguro, Ben-Beley, que si señalasen premios para los profesores, premios de honor, o de interés, o de ambos, ¿qué progresos no harían? Si hubiese siquiera quien los protegiese, se esmerarían sin más estímulo; pero no hay protectores.


1.- Tema

El atraso de las ciencias en España.

2.- Resumen

En este texto Gazel escribe a Ben-Beley para exponerle la situación de atraso que viven las ciencias en España, así como la escasa importancia que se le da a aquellos que dedican su vida al estudio, la enseñanza y la investigación. Es por ello que estos genios "viven en la oscuridad", sin recibir ningún tipo de reconocimiento o protección.

3.- Estructura externa

Este texto pertenece al género didáctico-narrativo, más concretamente al ensayo. A su vez, el autor ha utilizado el género epistolar, a saber, ha escrito una especie de carta a un personaje de ficción. Se distinguen en él, por tanto, tres partes, a saber:

- Una introducción, que engloba todo el primer párrafo.

- Un desarrollo, compuesto por los párrafos segundo y tercero.

- Y un desenlace, conformado por el último párrafo.

4.- Estructura interna

Como ya se ha indicado, el texto goza de tres partes:

* En la introducción el autor presenta el tema, a saber, el atraso de las ciencias en España.

* En el desarrollo, el autor denuncia las condiciones de olvido y pobreza a las que están condenados aquellos que dedican su vida a la ciencia, al estudio y a la enseñanza, siendo incluso vilipendiados por otros 'sabios'.

* En el desenlace, Gazel propone que, para remediar esta situación, los profesores y los científicos reciban honores y protección; si bien entiende que esta solución es inviable actualmente.

5.- Recursos literarios

* Comparación: "Los pocos que cultivan las otras son como aventureros voluntarios de los ejércitos"

* Ironía: "a veces con más recato que si hiciesen moneda falsa"

* Enumeración: "matemáticas, física moderna, historia natural, derecho de gentes, y antigüedades, y letras humanas"

* Preguntas retóricas: "¿quién puede dudar que procede de la falta de protección que hallan sus profesores?"

* Metáfora: "Viven en la oscuridad"

6.- Relación contextual


Habiendo visto todas estas características, se puede afirmar que este fragmento de Cartas marruecas pertenece al movimiento de la Ilustración, puesto que pretende criticar de forma constructiva a la sociedad con el fin de mejorarla. Asimismo, destaca la importancia que le daban los ilustrados a los conocimientos y las ciencias. Esto es visible en las múltiples referencias que hace Cadalso a la enseñanza, la cual era muy valorada por los autores de la Ilustración.

Otro de los rasgos que indican que este texto pertenece al movimiento ilustrado es el lenguaje sencillo que utiliza el ensayista, con el que pretende llegar a todo tipo de público. De aquí se puede deducir otra característica: el hecho de que se trate de un ensayo, puesto que dicho género no se había cultivado en exceso en etapas anteriores. 

Finalmente, cabe destacar el sutil empleo de la ironía en todo el texto, con la cual pretende criticar y refutar la actitud española frente a las ciencias. Así, no solo ensalza la modestia de los científicos ("a veces con más recato que si hiciesen moneda falsa"), sino que, sobre todo, satiriza la postura de los sabios escolásticos en la figura de un personaje que considera como "cosillas" a las matemáticas o la física, ciencias fundamentales en el desarrollo de la Humanidad en los tres últimos siglos.

7.- Relación con la actualidad y/u otros movimientos

Existían múltiples posibilidades:

- Relacionar el estilo recargado del Barroco frente a la sencillez de la Ilustración.

- Comparar los poemas de Quevedo sobre la España decadente frente al espíritu crítico de Cadalso.

- Señalar la gran cantidad de científicos y universitarios que han tenido que emigrar de España en los últimos años por la falta de apoyo financiero y de trabajo.

- Indicar cómo se ha recortado en I+D y educación en España desde la crisis de 2008.

- Reflejar cómo son tratados los profesores y los científicos hoy día en nuestro país.


PRÓXIMO COMENTARIO: Canto a Teresa, de José de Espronceda

FECHA DE ENTREGA: Martes, 14 de noviembre

¿Por qué volvéis a la memoria mía,
Tristes recuerdos del placer perdido,
A aumentar la ansiedad y la agonía
De este desierto corazón herido?
¡Ay! que de aquellas horas de alegría
Le quedó al corazón sólo un gemido,
Y el llanto que al dolor los ojos niegan
Lágrimas son de hiel que el alma anegan.


¿Dónde volaron ¡ay! aquellas horas
De juventud, de amor y de ventura,
Regaladas de músicas sonoras,
Adornadas de luz y de hermosura?
Imágenes de oro bullidoras.
Sus alas de carmín y nieve pura,
Al sol de mi esperanza desplegando,
Pasaban ¡ay! a mi alrededor cantando.



¡Oh Teresa! ¡Oh dolor! Lágrimas mías,
¡Ah! ¿dónde estáis que no corréis a mares?
¿Por qué, por qué como en mejores días,
No consoláis vosotras mis pesares?
¡Oh! los que no sabéis las agonías
De un corazón que penas a millares
¡Ah! desgarraron y que ya no llora,
¡Piedad tened de mi tormento ahora!

¡Oh dichosos mil veces, sí, dichosos
Los que podéis llorar! y ¡ay! sin ventura
De mí, que entre suspiros angustiosos
Ahogar me siento en infernal tortura.
¡Retuércese entre nudos dolorosos
Mi corazón, gimiendo de amargura!
También tu corazón, hecho pavesa;
¡Ay! llegó a no llorar, ¡pobre Teresa!

4º ESO: Guía para el examen del 8 de noviembre

* Repaso general de sintaxis: todo lo que necesitéis saber sobre el sujeto, el predicado o los complementos verbales que habéis estudiado en 2º y 3º, lo encontraréis aquí, con multitud de ejemplos que os ayudarán a aclarar vuestras dudas.

* Los valores del se: tanto si queréis saber cuándo el pronombre 'se' es CD o CI; como si deseáis diferenciar un verbo pronominal de una pasiva refleja o una oración impersonal con 'se', en esta entrada tendréis la teoría del libro explicada con más detalle y muchos ejemplos que os serán de utilidad.

* La clasificación oracional: esta entrada os servirá para recordar cómo se realiza la clasificación de todas las oraciones simples que habéis hecho hasta ahora.

* La argumentación: en esta página encontraréis la definición de argumentación, sus distintas partes, su lenguaje... Y todo con ejemplos, incluido un análisis de un texto argumentativo. También disfrutaréis de un modelo de texto expositivo-argumentativo, con todos sus rasgos explicados al detalle.

* La lírica en el Romanticismo: aquí hallaréis todos los rasgos del Romanticismo, así como los autores y las obras más significativas de la lírica romántica (Espronceda, Bécquer).

* La narración en el Romanticismo: las novelas históricas, los cuentos de terror y los artículos de opinión, con todas sus características y autores, os esperan en este enlace.

* El teatro en el Romanticismo: además de disponer de información de primera mano sobre las particularidades de los textos dramáticos de este período, podréis disfrutar de sus dos obras cumbre: Don Juan Tenorio y Don Álvaro o la fuerza del sino.

* Los textos humanísticos: tanto si queréis saber qué caracteriza a un texto humanístico como a uno histórico, en esta entrada hallaréis sus respectivas definiciones, sendos listados con sus rasgos y un par de ejemplos ilustrativos.

* Definiciones de los temas 3 y 4: todo el vocabulario que debéis conocer de estos dos temas se encuentra en esta entrada, tanto de comunicación como de sintaxis.

4º ESO: Definiciones de los temas 3 y 4

* Argumentación: tipo de texto que sirve para ofrecer una serie de razones o argumentos que defiendan una idea (tesis), convenciendo al receptor de que dicha idea es correcta.

* Tesis: Es la idea principal de un texto argumentativo. Puede aparecer al principio del texto (argumentación deductiva o analítica) o al final (inductiva o sintética).

* Argumento: razón que se ofrece para defender una tesis. Pueden ser argumentos datos objetivos, ejemplos, refutaciones u opiniones de personajes prestigiosos o la sociedad.

* Estructura deductiva: también llamada analítica, es aquella forma de componer un texto argumentativo que consiste en presentar la tesis o idea principal al principio para irla desarrollando, poco a poco, a lo largo del mismo. 

* Estructura inductiva: 
también llamada sintética, es aquella forma de componer un texto argumentativo que consiste en presentar en primer lugar un sinfín de datos que finalmente conducen a la tesis, que se emplea en el texto como conclusión.


* Texto expositivo-argumentativo: es aquel que defiende una tesis mediante datos y argumentos objetivos, como datos científicos. Su necesidad de objetividad lo obliga a tener verbos en tercera persona de forma casi exclusiva, así como sustantivos abstractos y tecnicismos. Del mismo modo, no emplearán jamás recursos literarios.

* Predicado: aquel sintagma verbal que expresa la acción que se realiza y todas las circunstancias que la rodean. Puede ser nominal si su núcleo son los verbos ser, estar o parecer; y verbal, si su núcleo es cualquier otro verbo que no sea alguno de esos tres.

* Complemento directo: complemento de los verbos predicativos que señala qué o quién recibe directamente la acción del verbo. Pueden serlo los sintagmas nominales, así como los preposicionales que empiezan por la preposición "a".

* Complemento indirecto: complemento verbal que señala quién recibe indirectamente los beneficios o los daños de la acción del verbo. Pueden serlo únicamente aquellos sintagmas preposicionales que empiecen por las preposiciones "a" o "para".

* Atributo: complemento de los verbos copulativos (ser, estar, parecer) que indica una cualidad o característica del sujeto, con el que suele concordar en género y número. Pueden ser atributo los sintagmas adjetivales, los nominales y los preposicionales.

* Complemento circunstancial: aquel que indica las circunstancias que han rodeado, rodean o rodearán la acción del verbo. Según la información que indiquen, puede ser de tiempo, lugar, modo, cantidad, compañía, instrumento, causa y finalidad.

* Complemento agente: aquel sintagma preposicional que, en las oraciones pasivasrealizará la acción del verbo (que padece el sujeto). Se caracteriza por empezar siempre por la preposición "por".

* Complemento predicativo: aquel sintagma adjetival, nominal o preposicional que, además de complementar al verbo en un predicado verbal, también nos indica un rasgo o característica del sujeto o el complemento directo, con el que concuerda en género y número.

* Complemento de régimen: también denominado suplemento, es aquel sintagma preposicional que requieren algunos verbos para tener sentido completo.


Oración enunciativa: aquella que nos aporta información sin más. Puede ser afirmativa o negativa.

* Oración interrogativa: aquella en la que se está formulando una pregunta. Puede ser directa (cuando aparecen los signos de interrogación) o indirecta (cuando no aparecen).

* Oración imperativa o exhortativa: aquella en la que se está expresando una orden, un mandato o una petición.

* Oración exclamativa: aquella que manifiesta emociones (se reconoce por los signos de exclamación).

* Oración desiderativa:
aquella que expresa un deseo.

* Oración dubitativa:
aquella que expone una duda.


* Oración bimembre: aquellas que tienen sujeto (ya sea expreso o elíptico) y predicado.
* Oración unimembre: aquellas que solo poseen predicado. Es decir, son impersonales, carecen de sujeto. Esto ocurre cuando el verbo indica un fenómeno meteorológico (llover, nevar, granizar, relampaguear...); o cuando aparecen las formas verbales "hace", "hay", "hubo", "había", "habrá" o "habría", seguidas de complemento directo.

* Oración atributiva: aquellas cuyo predicado es nominal, es decir, cuando su verbo es ser, estar o parecer.

Oración predicativa: aquellas cuyo predicado es verbal, es decir, cuando su verbo es cualquiera que no sea ser, estar o parecer.

* Oración transitiva: aquella con un predicado verbal y un verbo en voz activa que, además, tiene un complemento directo.


* Oración intransitiva: aquella con un predicado verbal y un verbo en voz activa que, además, no tiene un complemento directo.

* Oración pasiva refleja: aquella que no forma la voz pasiva con el verbo auxiliar ser más otro en participio; sino con el pronombre 'se'.

* Texto humanístico: aquella modalidad textual que se ocupa de temas propios de las humanidades y las ciencias sociales. En otras palabras, son aquellos textos que tratan sobre asuntos relacionados con el ser humano. Se caracteriza por el uso de verbos en tercera persona (también pueden utilizarse la primera y la segunda), tecnicismos y jergas de las ciencias sociales, citas de autores y obras y contraargumentos. En él predominan las funciones representativa, expresiva y poética del lenguaje.

* Texto histórico: aquellos textos humanísticos que cuentan hechos o sucesos acaecidos en épocas pasadas (con sus causas y consecuencias). Comparten todas las características de los humanísticos (tecnicismos, verbos en tercera persona...), si bien también poseen unos rasgos propios, como su carácter narrativo, la abundancia de referencias espaciales y temporales, los verbos en tiempos del pasado (pretérito imperfecto, pretérito perfecto simple...) y la objetividad.

4º ESO: Los textos humanísticos




Esto que acabáis de escuchar es un ejemplo magnífico de lo que se entiende como un texto humanístico, esto es, aquella modalidad textual que se ocupa de temas propios de las humanidades y las ciencias sociales. En otras palabras, son aquellos textos que tratan sobre asuntos relacionados con el ser humano, su sociedad, su economía, etc. En este caso particular, el autor del texto se ha decantado por hablar de una de las ramas de las ciencias sociales más importantes, a saber la Historia (la de Alejandro Magno, más concretamente), empleando para ello un lenguaje sencillo y accesible para todos los públicos. Esto, por supuesto, no quiere decir que no existan textos humanísticos dirigidos para especialistas, en los cuales el vocabulario y la sintaxis serán más complejas.

Eso sí, ya sean más especializados o divulgativos, todos los textos humanísticos tienen varios elementos en común:

a) Su vocabulario tiende a ser culto, empleando tecnicismos y jerga propia de la materia que se esté tratando. Por ejemplo, en el vídeo se utiliza el término 'sátrapa', el cual designa a los gobernadores de la antigua Persia. También se usan sustantivos abstractos para expresar ideas o conceptos ('helenismo', que podéis escuchar en el vídeo, sería un buen ejemplo).

b) Los verbos se hallan en tercera persona primordialmente (acabó, quedó, seguía, pareció...) . Si se le desea dar un carácter más literario o subjetivo al texto humanístico, entonces se apuesta por la primera y la segunda personas.

c) Son habituales las citas a autores y obras de renombre para otorgar mayor objetividad y credibilidad al texto. Del mismo modo, se pueden emplear contraargumentos para refutar, esto es, para tumbar o desacreditar una idea. 

d) Como se busca ofrecer información veraz, la función del lenguaje que predomina es la representativa. Cuando se le da al texto humanístico un toque literario, hacen acto de presencia, además, las funciones expresiva (en el vídeo hay un ejemplo magnífico cuando el autor habla del enfrentamiento entre Clito y Alejandro Magno: "que si eres un 'flipao' que va de divo") y poética.

* Dentro de los textos humanísticos, hay que destacar una categoría que sobresale por encima de las demás, a saber, los históricos, como el que habéis visto al principio de esta entrada o este de aquí:



Estos textos, que cuentan hechos o sucesos acaecidos en épocas pasadas (con sus causas y consecuencias), comparten todas las características de los humanísticos (tecnicismos, verbos en tercera persona...), a las que añaden, a su vez, otros rasgos propios y exclusivos:

1) Como habéis podido apreciar, los textos históricos son, fundamentalmente, narraciones de hechos que pasaron realmente en el mundo y que conocemos gracias a las fuentes históricas.

2) Debido a su carácter narrativo, en los textos históricos predominan los verbos en pasado: pretérito perfecto simple, el pretérito imperfecto, el pretérito pluscuamperfecto o el presente con valor histórico.

3) Son esencialmente objetivos y, por tanto, narran los hechos sin realizar ninguna valoración. Ahora bien, en ocasiones el autor podrá mostrar su opinión. Por ejemplo, en el segundo vídeo el narrador realiza una interpretación crítica sobre la personalidad de Ramsés II (mujeriego, divo).

4) Abundan las referencias espaciales (Alejandría, Babilonia, Karnak, Tebas...) y temporales (1295 a.C., 323a.C.) para ubicar al receptor.

¿Alguna duda? ¡Pues a los comentarios!

2º ESO: La narración

1.- ¿Qué es una narración?

Aquella que nos cuenta una historia, es decir, una serie de hechos o acontecimientos (que pueden ser reales o imaginarios) que viven unos personajes en un lugar y un tiempo determinados. Dicha historia nos la ha de contar siempre un narrador.

2.- 
¿Qué elementos tiene un texto narrativo?

* El espacio: el lugar en el que tienen lugar los hechos que nos están contando. Puede ser real, imaginario... Por ejemplo, El Quijote tiene lugar en Castilla (sitio real); Las Crónicas de Narnia, en Narnia (imaginario)...

* El tiempo: cuándo ocurren los acontecimientos que nos narran en el texto. Aquí debemos estar pendientes de la época histórica en la que suceden los hechos (por ejemplo, El sol no se detiene tiene lugar en la Prehistoria; las aventuras de Sherlock Holmes, en el siglo XIX); y del tiempo de la historia, es decir, de la cantidad de tiempo que pasa entre el comienzo y el final de dicho relato (por ejemplo, en El Señor de los Anillos, el viaje de Frodo para destruir el anillo dura dos años).

* Los personajes: que pueden ser principales (los que llevan el peso de los acontecimientos, como Frodo, Don Quijote, los hermanos Pevensie...) o secundarios (tienen menos importancia en el relato, aunque participen en él). Los principales, a su vez, pueden ser protagonistas o antagonistas (el que se opone al protagonista e intenta impedir que logre sus propósitos).

* La estructura: aquí distinguimos el planteamiento (donde se presentan los acontecimientos y los personajes), el nudo (donde se van desarrollando los hechos) y el desenlace (el final, cómo concluye la historia). Por ejemplo, en El Hobbit, el planteamiento estaría conformado por cómo Bilbo Bolsón conoce a Gandalf y los enanos y emprende con ellos una aventura que él no deseaba vivir; compondrían el nudo todas las diferentes peripecias que va viviendo Bilbo en su viaje (los trolls, las arañas, la huida del reino de los elfos, el encuentro con Smaug...); y, en el desenlace, vemos cómo Bilbo regresa a casa sano y salvo, transformado en un hobbit nuevo, más valiente y sabio.

* El narrador: la persona que nos cuenta los hechos del relato. El narrador puede relatarnos la historia en primera o en tercera persona. El narrador en primera persona puede ser el mismo protagonista de la historia, o bien cualquier otro personaje (el antagonista, un secundario); el narrador en tercera persona, por su parte, puede ser omnisciente (lo sabe todo: lo que está ocurriendo en el presente, lo que pasará en el futuro, los secretos de cada personaje, lo que sienten y piensan...) u objetivo (el narrador sólo sabe lo que está pasando en el presente; no tiene ni idea de lo que vendrá después, ni de lo que piensan o sienten los diferentes personajes).

Un ejemplo de narrador objetivo sería el siguiente:



Manolo Lama, el periodista, no sabía, al principio de la jugada, lo que iba a ocurrir al final de ella; también desconocía las emociones y pensamientos de los "personajes" de la historia (los futbolistas). Lo único que sabe es lo que está sucediendo en el presente, y así se atiene a la hora de narrar los hechos. Por eso es objetivo.

¿Alguna duda? ¡Pues a los comentarios!

domingo, 29 de octubre de 2017

4º ESO: El teatro en el Romanticismo

El último género reseñable en el Romanticismo fue el teatro, naciendo en esta etapa una de las grandes obras dramáticas de nuestro idioma, a saber:



Don Juan Tenorio lleva a su cumbre máxima al mito del seductor que ya se había visto en El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, o El estudiante de Salamanca, de Espronceda. José Zorrilla no solo encarna en ella perfectamente el espíritu del Romanticismo (ambientes tétricos, personajes apasionados), sino que rompe definitivamente con lo que era el teatro ilustrado. Si recordáis los temas anteriores, la Ilustración propugnaba que el género dramático debía cumplir tres normas:

- La obra ha de ser verosímil, es decir, ha de imitar a la realidad actual. Don Juan Tenorio, por el contrario, y aunque está ambientada en Sevilla, tiene lugar en la época del Imperio español (un par de siglos atrás), cumpliendo con la necesidad romántica de alejarse del mundo; y, sobre todo, emplea elementos sobrenaturales, como los espectros de Don Gonzalo o Don Luis.

- La obra ha de ser una escuela de buenas costumbres para la sociedad. En Don Juan Tenorio esta intención didáctica no ha desaparecido por completo (se pueden extraer algunas lecciones morales y religiosas de la tragicomedia), si bien ya no era el objetivo principal que perseguía Zorrilla cuando la escribió.

- La obra ha de componerse siguiendo la regla de la unidad: un único espacio, un único tiempo y una única acción. En Don Juan Tenorio esta norma se transgrede por completo. De este modo, la historia ocurre en varios lugares distintos de Sevilla (la casa de Don Juan, el convento donde está Doña Inés, el cementerio...) y en dos épocas diferenciadas (una con Don Juan de joven y otra en la que el galán vuelve a Sevilla después de varios años). Por último, varias son las acciones que suceden en la obra: la apuesta entre Don Juan y Don Luis; el secuestro y seducción de Doña Inés; etc.

- Por si esto no fuera poco, Zorrilla compone su obra en verso (combinando diferentes tipos de estrofas), cuando los ilustrados impusieron la prosa para sus teatros.

Por supuesto, Don Juan Tenorio no fue la primera que rompió con la rigidez y los esquemas de la Ilustración. Diez años antes de su publicación, ya habían hecho lo propio Juan Eugenio Hartzenbusch con Los amantes de Teruel; Antonio García Gutiérrez con El trovador; y sobre todo, Ángel Saavedra, duque de Rivas, con Don Álvaro o la fuerza del sino:


Don Álvaro o la fuerza del sino y Don Juan Tenorio son, sin duda alguna, los grandes exponentes del teatro romántico, cuyos rasgos, además de los anteriormente citados, se ven reflejados a la perfección en ambas obras:

a) La exaltación del yo y los sentimientos queda patente en el retrato que se hace del amor como fuerza absoluta que puede condenar o salvar el alma humana. Así, Don Juan evitará el infierno gracias al amor que comparte con Doña Inés; por el contrario, Don Álvaro solo conocerá la desgracia en su vida por culpa de lo que en su día sintió por Doña Leonor, que acabará también condenada por el mismo motivo.

b) Don Juan y Don Álvaro son el prototipo de héroe romántico: valientes, rebeldes, osados, idealistas y enemigos de las normas sociales que les impiden conseguir lo que más desean. Su contagiosa pasión será, por desgracia, su condena. El destino que espera a aquellos que van en contra de lo establecido es siempre trágico, siendo la muerte su final más común.

c) Es habitual la mezcla de lo trágico con lo cómico. Cuando conocemos a Don Juan, es imposible no sonreírse con las aventuras y las bromas de este galán y su manera de humillar a Don Luis o Don Gonzalo. No obstante, poco a poco, a medida que su destino aciago se va acercando, la obra asumirá un tono mucho más serio, propio de la tragedia. En Don Álvaro o la fuerza del sino la historia comienza con un corrillo de parroquianos sevillanos que cotillea a costa del hidalgo, soltando algunas especulaciones realmente divertidas. En cuanto el padre de Doña Leonor muere, la acción se torna grave, triste y lúgubre.

d) Se combina en ambas obras la prosa (con un lenguaje sencillo y coloquial) con el verso, empleado para los instantes más dramáticos y emotivos, en los que el vocabulario cambiará a uno más complejo y poético.

e) La presencia de tormentas (la naturaleza como símbolo de las pasiones), elementos sobrenaturales y otros recursos obligará en las representaciones de estas obras a utilizar toda clase de efectos especiales, así como de luz y sonido, decorados artificiosos y grandilocuentes, etc.

Si disponéis de tiempo, deberíais ver ambas obras. No solo vais a aprender más sobre el Romanticismo, sino que, además, os van a gustar mucho. Y con esto acabamos este movimiento literario. Si tenéis alguna duda, emplead los comentarios, ¿de acuerdo? ¡Ánimo y a seguir estudiando!

sábado, 28 de octubre de 2017

4º ESO: La narrativa en el Romanticismo

Si bien el verso gozó de gran popularidad en el Romanticismo, eso no implica que no hubiese producción literaria en prosa. De hecho, con la salvedad de algunos cuentos, la mayoría de la narrativa romántica se escribió de esta forma. La prensa, que fue adquiriendo en este siglo XIX un peso social crucial, fue su gran impulsora, publicando, junto a sus noticias, relatos de distintos autores que eran muy del gusto del público. De esta forma, por ejemplo, se ganaron la vida el célebre Edgar Allan Poe (ya escuchasteis una de sus obras más conocidas, El cuervo, en la entrada anterior) o el ya mencionado Gustavo Adolfo Bécquer, entre otros.

Las obras de la narrativa romántica se pueden agrupar en tres grandes categorías:

* La novela histórica: recordad que los románticos adoraban alejarse de la realidad, apostando, para ello, por lugares lejanos tanto en el espacio como, sobre todo, en el tiempo. Es por eso que este movimiento impulsará el estudio de la Historia, especialmente de la Edad Media, que les resultaba fascinante. Del mismo modo, se escribirán las primeras novelas históricas, en las cuales se mezclaban personajes y situaciones reales con otros ficticios, lo que daba verosimilitud a sus relatos. La ambientación se cuidaba al detalle, siendo estos novelistas unos auténticos expertos en documentación histórica. El escocés Walter Scott, con obras como Ivanhoe, inició este género, que en España tuvo su eco en las novelas Sancho Aldaña, de José de Espronceda; El doncel de don Enrique el Doliente, de Mariano José de Larra; y El señor de Bembibre, de Enrique Gil y Carrasco.


* La narrativa fantástica y de terror: si algo apasionaba a la gente en el siglo XIX era, sin lugar a dudas, todo lo relacionado con los espíritus y el folclore. Pese a que esta centuria supuso un punto de inflexión definitivo en el desarrollo de las ciencias y la escolarización de los niños, la sociedad seguía obsesionada con los misterios del Más Allá. De ahí que uno de los géneros narrativos más consumidos fueran los cuentos y las novelas de miedo. En ellas, lo real se mezclaba con lo sobrenatural, otorgando una verosimilitud que permitía al público meterse en la historia y creerse que pudiera ser cierta. La inglesa Mary Shelley (creadora del monstruo de Frankenstein) y el estadounidense Poe fueron sus principales exponentes internacionales. En España, brilló con luz propia Gustavo Adolfo Bécquer con sus Leyendas, publicadas en periódicos madrileños como El Contemporáneo y La América. En sus Leyendas Bécquer transportaba al lector a la España medieval, donde sus personajes sufrían un destino adverso por culpa del amor y la intervención de elementos fantasmagóricos o divinos. Al igual que en sus Rimas, Bécquer luce aquí su tradicional estilo basado en la sencillez y la naturalidad.

* Los artículos de opinión: como ya se ha comentado, la prensa se convirtió en este siglo en un pilar fundamental de la sociedad. Sin embargo, se carecían de los medios necesarios para conseguir una gran cantidad de noticias en poco tiempo (el telégrafo y el teléfono aparecerían mucho más tarde). Por ese motivo, se rellenaban las páginas con cuentos literarios y, sobre todo, artículos de opinión. Estos nada tenían que ver con los de hoy día: eran mucho más extensos y lucían un marcado carácter literario. Sus firmantes, eso sí, criticaban en ellos diferentes temas de actualidad, tanto políticos como, sobre todo, sociales, lo que los obligaba, en muchas ocasiones, a esconderse bajo pseudónimos (ante la posibilidad de ser detenidos o incluso condenados por sus palabras).

Se podría decir que estos artículos eran herederos directos del ensayo ilustrado, pues su objetivo era el mismo: exponer con ironía las deficiencias de la sociedad para reformarla y mejorarla. Ahora bien, mientras que los ilustrados empleaban un estilo sencillo y directo, los románticos se decantaban por un lenguaje algo más complejo, con abundantes recursos literarios. Del mismo modo, mezclaban el ensayo con el cuento y no se centraban tanto en los grandes problemas de España como en las costumbres y los vicios de la sociedad. Destacaron como articulistas varios nombres (Ramón Mesonero Romanos, Serafín Estébanez Calderón), pero el más importante, sin duda, fue Mariano José de Larra.

Nacido en Madrid, Larra fue una de las figuras más reconocidas de la prensa y la política del primer tercio del siglo XIX en España. Fue amigo de Espronceda y admirador del ilustrado José Cadalso, cuyo estilo trató de imitar en sus artículos de costumbres, que firmaba bajo los sobrenombres de Duende, El pobrecito hablador y, muy especialmente, Fígaro. Critica, por supuesto, diversas cuestiones políticas del momento (como el carlismo, la pena de muerte o la censura); pero se centró más que nada en la forma de ser de los españoles, a la que culpaba de los males del país. Sirva como ejemplo este fragmento de uno de sus artículos más conocidos, Vuelva usted mañana:

Un extranjero de estos fue el que se presentó en mi casa, provisto de competentes cartas de recomendación para mi persona. Asuntos intrincados de familia, reclamaciones futuras, y aun proyectos vastos concebidos en París de invertir aquí sus cuantiosos caudales en tal cual especulación industrial o mercantil, eran los motivos que a nuestra patria le conducían.

Acostumbrado a la actividad en que viven nuestros vecinos, me aseguró formalmente que pensaba permanecer aquí muy poco tiempo, sobre todo si no encontraba pronto objeto seguro en que invertir su capital. Pareciome el extranjero digno de alguna consideración, trabé presto amistad con él, y lleno de lástima traté de persuadirle a que se volviese a su casa cuanto antes, siempre que seriamente trajese otro fin que no fuese el de pasearse. Admirole la proposición, y fue preciso explicarme más claro.

-Mirad -le dije-, monsieur Sans-délai -que así se llamaba-; vos venís decidido a pasar quince días, y a solventar en ellos vuestros asuntos.
-Ciertamente -me contestó-. Quince días, y es mucho. Mañana por la mañana buscamos un genealogista para mis asuntos de familia; por la tarde revuelve sus libros, busca mis ascendientes, y por la noche ya sé quién soy. En cuanto a mis reclamaciones, pasado mañana las presento fundadas en los datos que aquél me dé, legalizadas en debida forma; y como será una cosa clara y de justicia innegable, al tercer día se juzga el caso y soy dueño de lo mío. En cuanto a mis especulaciones, en que pienso invertir mis caudales, al cuarto día ya habré presentado mis proposiciones. Serán buenas o malas, y admitidas o desechadas en el acto, y son cinco días; en el sexto, séptimo y octavo, veo lo que hay que ver en Madrid; descanso el noveno; el décimo tomo mi asiento en la diligencia, si no me conviene estar más tiempo aquí, y me vuelvo a mi casa; aún me sobran de los quince cinco días.

Al llegar aquí monsieur Sans-délai traté de reprimir una carcajada que me andaba retozando ya hacía rato en el cuerpo, y si mi educación logró sofocar mi inoportuna jovialidad, no fue bastante a impedir que se asomase a mis labios una suave sonrisa de asombro y de lástima que sus planes ejecutivos me sacaban al rostro mal de mi grado.

-Permitidme, monsieur Sans-délai -le dije entre socarrón y formal-, permitidme que os convide a comer para el día en que llevéis quince meses de estancia en Madrid.
-¿Cómo?
-Dentro de quince meses estáis aquí todavía.
-¿Os burláis?
-No por cierto.
-¿No me podré marchar cuando quiera? ¡Cierto que la idea es graciosa!
-Sabed que no estáis en vuestro país activo y trabajador.
-¡Oh!, los españoles que han viajado por el extranjero han adquirido la costumbre de hablar mal siempre de su país por hacerse superiores a sus compatriotas.
-Os aseguro que en los quince días con que contáis, no habréis podido hablar siquiera a una sola de las personas cuya cooperación necesitáis.

Amaneció el día siguiente, y salimos entrambos a buscar un genealogista, lo cual sólo se pudo hacer preguntando de amigo en amigo y de conocido en conocido: encontrámosle por fin, y el buen señor, aturdido de ver nuestra precipitación, declaró francamente que necesitaba tomarse algún tiempo; instósele, y por mucho favor nos dijo definitivamente que nos diéramos una vuelta por allí dentro de unos días. Sonreíme y marchámonos. Pasaron tres días; fuimos.

-Vuelva usted mañana -nos respondió la criada-, porque el señor no se ha levantado todavía.
-Vuelva usted mañana -nos dijo al siguiente día-, porque el amo acaba de salir.
-Vuelva usted mañana -nos respondió al otro-, porque el amo está durmiendo la siesta.
-Vuelva usted mañana -nos respondió el lunes siguiente-, porque hoy ha ido a los toros.
-¿Qué día, a qué hora se ve a un español? Vímosle por fin, y «Vuelva usted mañana -nos dijo-, porque se me ha olvidado. Vuelva usted mañana, porque no está en limpio».

A los quince días ya estuvo; pero mi amigo le había pedido una noticia del apellido Díez, y él había entendido Díaz, y la noticia no servía. Esperando nuevas pruebas, nada dije a mi amigo, desesperado ya de dar jamás con sus abuelos.

No paró aquí; un sastre tardó veinte días en hacerle un frac, que le había mandado llevarle en veinticuatro horas; el zapatero le obligó con su tardanza a comprar botas hechas; la planchadora necesitó quince días para plancharle una camisola; y el sombrerero a quien le había enviado su sombrero a variar el ala, le tuvo dos días  con la cabeza al aire y sin salir de casa.

Sus conocidos y amigos no le asistían a una sola cita, ni avisaban cuando faltaban, ni respondían a sus esquelas. ¡Qué formalidad y qué exactitud!

Finalmente, después de medio año largo, si es que puede haber un medio año más largo que otro, se restituyó mi recomendado a su patria maldiciendo de esta tierra, y dándome la razón que yo ya antes me tenía, y  llevando al extranjero noticias excelentes de nuestras costumbres; diciendo sobre todo que en seis meses no había podido hacer otra cosa sino «volver siempre mañana», y que a la vuelta de tanto «mañana», eternamente futuro, lo mejor, o más bien lo único que había podido hacer bueno, había sido marcharse.

¿Tendrá razón, perezoso lector (si es que has llegado ya a esto que estoy escribiendo), tendrá razón el buen monsieur Sans-délai en hablar mal de nosotros y de nuestra pereza? Dejemos esta cuestión para mañana, porque ya estarás cansado de leer hoy: si mañana u otro día no tienes, como sueles, pereza de volver a la librería, pereza de sacar tu bolsillo, y pereza de abrir los ojos para hojear las hojas que tengo que darte todavía, te contaré cómo a mí mismo, que todo esto veo y conozco y callo mucho más, me ha sucedido muchas veces, llevado de esta influencia, hija del clima y de otras causas. Y da gracias de que llegó por fin este mañana que no es del todo malo: pero ¡ay de aquel mañana que no ha de llegar jamás!

En este artículo se aprecia claramente cómo era el estilo de Larra, quien combinaba la narración ficticia (la historia del francés que viene a España a realizar unas gestiones) con el ensayo. La ironía rebosa por los cuatro costados, desde el mismo nombre del visitante francés (Sans-délai, que significa literalmente "Sin retraso") hasta las burlas de Larra ("permitidme que os convide a comer para el día en que llevéis quince meses de estancia en Madrid."), pasando por los mismos acontecimientos que suceden en el relato. Todo ello lleva al lector a percatarse de lo terriblemente informales que podemos ser los españoles en cualquier ámbito, lo que, evidentemente, nos condena a ser más atrasados que nuestros vecinos franceses. Con esta critica mordaz, Larra persigue que España sea un país más serio de lo que es, apuntando a uno de sus mayores pecados: la pereza.

viernes, 27 de octubre de 2017

4º ESO: La lírica en el Romanticismo

El siglo XIX fue una etapa de profundos cambios en toda Europa. Por un lado, la industralización se asentó en todos los países occidentales, creándose un nuevo modelo económico (el capitalista) y surgiendo una nueva clase social dominante: la burguesía. Esta sería la que, deseando más derechos y libertades, impulsaría las numerosas revoluciones de esta centuria, inspiradas en la Revolución Francesa de 1789 y los ideales que esta promovía. Estos movimientos sociales y políticos sentarían la base de los Estados modernos de Derecho que a día de hoy disfrutamos. Este siglo también vería el nacimiento de países como Italia o Alemania; el surgimiento del movimiento obrero para la defensa de la clase trabajadora; la aparición de importantísimos descubrimientos científicos, como el tren, el telégrafo, la iluminación eléctrica...

Una etapa tan convulsa como esta debía, cómo no, tener su propio movimiento artístico y literario; uno que rompiese con la formalidad y la rigidez propias de la Ilustración, y diera de nuevo alas a los creadores para componer, diseñar, pintar o esculpir a su antojo. Así, se abandonaría la utilidad del arte (como mecanismo de mejora de la sociedad) para apostar, gradualmente, por los sentimientos, el genio y la intuición del artista. Desaparecía, pues, la Ilustración para dar paso al Romanticismo.

¿Y en qué consistía el Romanticismo? Podéis comprobarlo vosotros mismos en estos dos vídeos:





Como podéis apreciar, nada tienen que ver estos textos con los de la Ilustración. Para empezar, en ellos predomina el verso, mientras que los ilustrados apostaban por la prosa. Con el Romanticismo la lírica vuelve, en consecuencia, a cobrar protagonismo, siendo también el verso empleado en la narración y el teatro (que se escribía exclusivamente en prosa en el siglo XVIII). Por otro lado, recordad que la Ilustración era profundamente realista y rechazaba por completo la magia, la fantasía y la superstición. Por el contrario, el Romanticismo, como se observa en el primer vídeo, no duda en recurrir a todos estos elementos sobrenaturales y los incorpora sin problemas en sus composiciones. De ahí que los ambientes sean mucho más tétricos que los de la Ilustración, como se ve en El cuervo.

¿Y por qué se dio de lado a la razón y al realismo? Debido al profundo rechazo que sentían los románticos por la sociedad, la cual los encorsetaba y obligaba a llevar una vida predefinida desde la cuna. El romántico, por consiguiente, solo deseaba huir de la realidad y, para ello, se valía de diferentes recursos. Uno de ellos era el citado uso de los elementos sobrenaturales; otro, ambientar historias y poemas en lugares lejanos (ya fuese geográfica o históricamente) y exóticos. La Canción del pirata, por ejemplo, está ambientada en el estrecho del Bósforo, en las costas de Turquía, un país misterioso y remoto para los españoles en aquella época.

A su vez, en este poema se puede apreciar otra herramienta romántica más, a saber, el empleo de personajes apasionados que viven fuera de la ley, como el pirata protagonista de esta pieza lírica. Eso sí, el romántico no los retratará como lo que son en realidad, sino desde una perspectiva idealizada. En otras palabras, en la Canción del pirata no se nos muestran los crímenes que los bucaneros cometían por doquier: se presenta a los piratas (y a los bandoleros, los hunos, los sinvergüenzas -como don Juan Tenorio-) como símbolos de la libertad, el mayor ideal que defendía el Romanticismo.

Una última manera de huir de la sociedad era olvidarse de ella y sus problemas. Lo único que importaba al escritor romántico eran sus propios sentimientos de pasión, angustia, desesperación, amor... Se produce, por tanto, una exaltación del yo, tan abandonado durante la Ilustración. Ese individualismo no solo condicionará los temas, sino también la propia ambientación de los escritos románticos. De esta forma, en todos ellos tendrá una fuerte presencia la naturaleza, la cual servirá de reflejo para esas mismas pasiones. De ahí que, por ejemplo, El Cuervo ocurra en una noche fría, tormentosa y lúgubre, lo que representa a la perfección cómo se sentía el protagonista (abatido por la muerte de su mujer). La Canción del pirata, por su parte, está ambientada en el mar, tan amplio que le da una total libertad al pirata para hacer lo que le dé la gana.

Todos estos valores y principios salpican los poemas del Romanticismo en Europa y, por supuesto, en España, donde se distinguió, al principio, una doble corriente enfrentada: una tradicional y conservadora, encabezada por José Zorrilla y Ángel Saavedra, el duque de Rivas; y una más crítica y liberal que se acabó imponiendo en nuestras fronteras, liderada por José de Espronceda. El extremeño fue uno de los mejores poetas del Romanticismo español, pues a él se deben obras tan excelentes como la ya mencionada Canción del pirata o el Canto a Teresa:


Si habéis escuchado con atención los dos poemas de Espronceda, habréis percibido claramente los rasgos del Romanticismo anteriormente expuestos (especialmente la exaltación del yo y los sentimientos). Del mismo modo, os habréis dado cuenta de que el lenguaje empleado por Espronceda (y los románticos en general) es un poco más complejo que el de la Ilustración, que era más directo y sencillo, siendo muy habituales los recursos literarios. Aun así, el estilo romántico no era tan difícil de entender como, por ejemplo, el de Góngora o Quevedo, por lo que se puede decir que se encontraba a medio camino entre lo ilustrado y lo barroco.

Tres obras pueden destacarse de la producción de Espronceda:

* El estudiante de Salamanca: poema narrativo que cuenta la historia de don Félix de Montemar, un seductor arrogante e irrespetuoso con la ley y con Dios (prototipo rebelde del Romanticismo). Este donjuán conquistará el corazón de doña Elvira para luego abandonarla, muriendo esta de amor. La tragedia perseguirá desde entonces a don Félix en una historia que mezclará la venganza y lo sobrenatural.

* El diablo mundo: obra lírico-filosófica en la que Espronceda defiende que el hombre nace como un ser inocente, condenado a sufrir por culpa de la sociedad y su maldad. Aquí se incluye el Canto a Teresa, una elegía dedicada a su gran amor, Teresa, con la que no pudo casarse por imposición del padre de ella.

* Canciones: poemas más breves protagonizados por personajes que encarnan el ideal de libertad y de rebeldía contra la sociedad: piratas, cosacos, verdugos, reos condenados a muerte... Aquí, evidentemente, se hallaría la Canción del pirata.

No obstante, no sería Espronceda el que más brillase en la lírica romántica, sino un autor posterior que, de hecho, pertenece a la última etapa de este movimiento, llamada Posromanticismo. Dicho poeta apostará por un estilo personal muy definido, abandonando el idealismo político y social anterior y centrándose en lo íntimo, en lo personal. Habida cuenta de su enorme influencia en la lírica española de los siglos XIX y XX, se trata, sin lugar a dudas, de uno de los mejores poetas en castellano que jamás haya existido. ¿Su nombre? Gustavo Adolfo Bécquer.

Nacido en Sevilla, Bécquer nació con una profunda inquietud artística y literaria que le llevó a trasladarse a Madrid para triunfar como escritor. La realidad fue muy distinta: malvivió en la capital (el periodismo y la bondad de su hermano y sus amigos lo salvaron de la indigencia) y jamás alcanzó la fama que tanto anhelaba. Ni siquiera fue capaz de conquistar el corazón de su gran amor, la cantante Julia Espín, siendo luego abandonado por Casta Esteban, con la que se había casado. Finalmente, acabó muriendo con apenas 34 años de tuberculosis, pidiendo en su lecho de muerte que se publicasen sus versos. "Tengo el presentimiento de que muerto seré más y mejor conocido que vivo", confesó el poeta antes de fallecer.

Y no se equivocó. Sus poemas fueron recopilados en un libro titulado Rimas y Leyendas en 1871, gozando de un notable éxito que trascendió las barreras del tiempo. En estos se apreciaba una lírica más sencilla y natural que la de Espronceda, que irradiaba intimismo por todas partes. A fin de cuentas, el amor y el desamor que sintió por Julia Espín son los temas principales de sus Rimas, en las que también reflexiona sobre la vida y la muerte y el Arte. Muy conocidas son estas dos rimas, que representan a la perfección el estilo de Bécquer:

¿Qué es poesía?, dices, mientras clavas
en mi pupila tu pupila azul,
¡Qué es poesía! ¿Y tú me lo preguntas?
Poesía... eres tú.

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Por una mirada, un mundo;
por una sonrisa, un cielo;
por un beso... ¡Yo no sé
qué te diera por un beso!


En ellas, además, se aprecia el gusto de Bécquer por los recursos de repetición (fijaos en las anáforas, los paralelismos y las repeticiones de palabras clave en los dos poemas), los versos de métrica variable (a veces todos medirán lo mismo; en otras ocasiones, no) y, sobre todo, la rima asonante, que solo se da en los versos pares (quedando libres los impares). Es decir, Bécquer apuesta por el estilo de la lírica popular, al contrario de lo que habían hecho los poetas (románticos y anteriores) hasta ese entonces. 

Tampoco podemos olvidarnos de otra autora posromántica muy importante: la gallega Rosalía de Castro. En sus poemas, tanto en castellano como en gallego, Rosalía de Castro manifiesta sus sentimientos de amor y su preocupación por temas de diversa índole (Dios, la sociedad) por medio del paisaje de su Galicia natal, que actúa como símbolo. Sus obras más destacadas fueron Cantares gallegos (1863), Follas novas (1880) y En las orillas del Sar (1884).