En la entrada de ayer estuvimos viendo que, en función de tu educación, tu edad o tu grupo social, se podían emplear distintos registros a la hora de hablar. Pues bien, hay otro factor más que se debe tener en cuenta para ajustar o adecuar un discurso: el origen geográfico de los receptores. A fin de cuentas, aunque todos hablemos español, en Canarias, Euskadi, Asturias y Andalucía (por no hablar de los países latinoamericanos) no empleamos nuestra lengua de la misma forma. A las distintas variedades geográficas de un idioma las llamamos dialectos.
En Andalucía, por tanto, emplearemos el dialecto andaluz para comunicarnos, cuyo origen podríamos situar a mediados del siglo XIII. Si recordáis la historia de España, en esos años se estaba emprendiendo la Reconquista, es decir, la recuperación cristiana de los territorios musulmanes del Al-Andalus. Este siglo XIII fue crucial en este sentido, pues cayeron, paulatinamente, las ciudades de Córdoba (1236), Jaén (1246), Sevilla (1248), Huelva (1257) y Cádiz (1264). Tan solo quedaron Málaga y Granada, que se convirtieron en el último bastión árabe en la Península hasta finales del siglo XV.
Cuando los musulmanes fueron expulsados de nuestra tierra, los reyes castellanos y aragoneses mandaron pobladores de sus dominios para que las fueran ocupando poco a poco. A Andalucía occidental, por tanto, llegaron personas de León y Castilla, mientras que en la parte oriental harían lo propio colonos de Murcia y la Corona de Aragón. Estos trajeron consigo el castellano, que se empezó a hablar en Andalucía en detrimento del árabe o el mozárabe, que se olvidaron. Del mismo modo, debido a sus distintos orígenes, el andaluz occidental y el oriental presentaban ya ciertas diferencias fónicas y léxicas.
Eso sí, en líneas generales el andaluz presenta unos rasgos comunes, los cuales descubrimos en este vídeo (hasta el segundo 40, por favor):
¿Los recordáis? Vamos a repasarlos de nuevo:
1) El uso del usted y ustedes como pronombres de 2º persona en lugar del tú o el vosotros. Es decir, usted o ustedes no se emplearía exclusivamente como fórmula de respeto, un fenómeno que se da más en Andalucía oriental que en la parte occidental.
2) La relajación de las consonantes finales: 'usté', 'pasá', 'doló'...
3) Las aspiración o pérdida de la 's' al final de la palabra o de la sílaba: 'nosotro'.
4) Confusión entre la 'r' y la 'l' al final de sílaba: 'der'.
5) Pérdida de la 'd' entre vocales: 'delegao'.
6) El seseo, es decir, pronunciar las 'c' o las 'z' como si fueran 's'. Este rasgo fónico es muy habitual de Sevilla capital y el norte de la provincia, Huelva, Málaga y algunas zonas de Córdoba; en Granada, Jaén, Almería y el norte de Córdoba y Huelva, por el contrario, se distinguen estos sonidos perfectamente. En el resto de la Comunidad se produce el ceceo, a saber, pronunciar la 's' como la 'z'.
7) Y, aunque aquí no se escuche, otra característica típica del andaluz es el uso de diminutivos como 'illo' o 'illa'.
A su vez, hay que destacar que en el andaluz existen palabras que no se emplean en el resto de España o Hispanoamérica. Algunas proceden del árabe ('alcancia'), pero son muy pocas en realidad. La mayoría son arcaismos castellanos (vocablos antiguos que apenas se usan en otros lugares), gitanismos (expresiones de la comunidad gitana, más arraigada en Andalucía) o términos en español que se han desarrollado de forma exclusiva en nuestra Comunidad. En este sentido, hallaríamos palabras como 'hartible', 'saborío', 'sieso', 'avellana', 'pico', 'bulla', 'embotado', 'búcaro', 'botines', 'malaje'... A todo este léxico propio del andaluz se lo conoce como andalucismos.
¿Alguna duda? ¡Pues a los comentarios!
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