Por suerte para él, acabó consiguiendo una plaza en la Residencia de Estudiantes. Allí sus miras culturales, artísticas e intelectuales se ampliaron más allá de lo que él pudo haber soñado. A su vez, trabó una profunda amistad con varios nombres ilustres, como Salvador Dalí, Luis Buñuel o Rafael Alberti. Junto al poeta gaditano viajaría a Sevilla en 1927 para asistir al acto conmemorativo de Góngora en el Ateneo, en el cual leyó, por primera vez, su primera gran obra, el Romancero gitano, por el que fue aclamado y que publicó en 1928:
Esta versión de Camarón de la Isla y Paco de Lucía (dos de las joyas más sublimes del flamenco) demuestra claramente uno de los rasgos del Romancero de Lorca: su musicalidad y el uso de estrofas sacadas de la lírica popular (como el romance o la copla) y el cante. Por ello, sus versos serán octosílabos, con rima asonante en los pares. A su vez, se aprecia claramente la ambientación de las historias que narra (a fin de cuentas, es un romancero) en una Andalucía trágica, en la que los gitanos se enfrentan a la fatalidad y al destino. El pueblo gitano es, para Lorca, un símbolo de libertad y de lucha contra una sociedad que lo oprime, lo margina e incluso lo asesina. La Guardia Civil, en este sentido, es el antagonista de los gitanos, representando este cuerpo lo peor de una sociedad conservadora, restrictiva, intolerante y que impide a las personas ser como son. Sin embargo, esa lucha solo puede llevar a un destino: la muerte.
En este Romancero, Lorca, a su vez, explora el mundo de los símbolos, su recurso estilístico más frecuente junto a la metáfora. Varios son los símbolos que hay que destacar en la obra de Lorca:
* La luna (que ya aparecía en el romance anterior) es portadora de dolor, tragedia y muerte. También puede representar la fecundidad (y, de esa forma, la vida) y la belleza.
* El agua, cuando fluye con libertad (como en un río), se entiende como fuente de vida, incluso de pasión sexual. Sin embargo, también puede ser un elemento de muerte si se encuentra estancada.
* La tierra es la fuerza y la fertilidad. Junto con el cielo simboliza una unión sexual.
* El caballo representa la pasión desbordada, deseo, poder, vigor...
* Los metales simbolizan siempre la muerte, al ser algo frío y sólido.
* El espejo significa el hogar, una vida sedentaria.
* El color verde se asocia a lo fatídico, a la tragedia y a la muerte.
* La sangre es la pasión y la vida, por lo que, si esta fluye fuera del cuerpo, simboliza la muerte.
El poeta granadino quiso poner voz a tanto sufrimiento y tanta angustia; y, de paso, reflejar también su propia melancolía personal, fruto de su añoranza por Andalucía, sus fracasos personales recientes y su condición homosexual. De ahí nació su segunda gran obra lírica, Poeta en Nueva York:
El estilo neopopular desaparece por completo, como se puede apreciar, para dar paso a un Surrealismo complejo, fuertemente metafórico y simbólico, difícil de comprender. Y es que, con esa técnica surrealista (escritura automática, imágenes ilógicas e inconexas), Lorca no deseaba realmente transmitir un mensaje claro y directo, sino, más bien, manifestar al lector las sensaciones que Nueva York, como símbolo de ese capitalismo que destruía personas, le había producido. En ese sentido, la ciudad estadounidense representa la suciedad, la corrupción, el asco, la crueldad, la muerte, el hedor... Nueva York aliena al ser humano, le arrebata su esencia vital, su personalidad y, finalmente, lo destruye por completo. Por medio del verso libre, Lorca también denuncia la situación que vive la etnia negra en América; manifiesta la soledad que siente el hombre ante un mundo tan absurdamente cruel; etc.
En cuanto pudo, en consecuencia, Lorca abandonó Estados Unidos y se marchó, primero, a Cuba, donde se ganó la vida como conferenciante y disfrutó de una mayor libertad; y regresó luego a España con la proclamación de la II República. Gracias a sus amistades en el gobierno, Lorca consiguió hacer realidad un sueño: fundar su propia compañía de teatro, a la que llamó La Barraca. Formado esencialmente por estudiantes universitarios y artistas, Lorca condujo a La Barraca de forma ambulante por toda España para representar, fundamentalmente, obras del Siglo de Oro: Cervantes, Lope de Vega, Calderón de la Barca...
Aquella experiencia lo animó a escribir sus primeras obras de teatro. Antes de partir hacia Estados Unidos, ya había compuesto alguna farsa (Amor de Don Perlimplín con Belisa en su jardín), pero la censura de la dictadura de Primo de Rivera impidió su estreno. Ahora, en plena República, no iba a tener problemas en ese sentido, así que, en 1933 en Madrid, vio la luz su primera gran tragedia, Bodas de sangre:
El éxito de la obra fue apabullante, tanto de público como de crítica. Lorca había recuperado la esencia de su Romancero y lo había convertido en una historia de amor que rápidamente se hizo famosa en el mundo entero. Ambientada de nuevo en Andalucía, Lorca retomaba en Bodas de sangre los símbolos de su poesía (la luna, el metal), el tema del destino trágico e inevitable y las estrofas populares y el cante para mostrar a unos personajes a los que las pasiones llevan a la desgracia. La muerte vuelve a estar presente, esta vez encarnada en la forma de una mendiga vestida de verde que guía los pasos de los protagonistas hasta su final.
Su trilogía de tragedias rurales andaluzas continuó al año siguiente con Yerma, la historia de una mujer angustiada por el hecho de que no puede ser madre (por culpa de su marido, que es estéril, aunque todos la acusan a ella); y en 1936 con otra de sus obras maestras, La casa de Bernarda Alba:
En todas ellas la mujer cobra un fuerte protagonismo. De hecho, se las puede considerar como obras profundamente feministas, puesto que muestran la represión a la que la sociedad la somete y lo expuestas que se quedan por culpa del capricho de los hombres. El mundo acorrala a las mujeres, a las que se priva de toda felicidad, y las obliga a comportarse de tal modo que ellas solas acaban buscándose la desgracia y la muerte en su afán de alcanzar una libertad que nunca llega. Hasta cierto punto, Lorca presagiaba con estas obras lo que le iba a suceder dentro de poco: durante la Guerra Civil la tragedia se cernió sobre él y, prisionero del bando franquista, fue llevado a un campo, ejecutado sin juicio por republicano y homosexual y enterrado en una fosa común sin nombre.
La noticia de su muerte provocó un profundo 'shock' en todo el mundo: H.G. Wells, Jorge Luis Borges, Pablo Neruda... Muchos fueron los artistas extranjeros que mostraron su repulsa por la muerte de Federico García Lorca, al igual que varios escritores españoles que se habían ya exiliado (o estaban a punto de hacerlo). Uno de ellos (y eso demuestra la grandeza de Lorca) fue el mismísimo Antonio Machado, que se despidió de él con estas palabras:
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