sábado, 16 de enero de 2016

3º ESO: Garcilaso y la lírica renacentista

Desde finales del siglo XV hasta mediados del siglo XVI, mientras que Europa estaba plenamente inmersa en su Renacimiento (en esta época trabajan genios de la talla de Galileo, Leonardo da Vinci, Miguel Ángel, Rafael, Copérnico...), España solo tenía ojos para su nuevo Imperio. Una vez asentado Carlos I en el trono, nuestro país comenzó su época más gloriosa, convirtiéndose en la mayor potencial mundial. Y eso, por supuesto, implicaba guerras: en México, con Hernán Cortés al
frente; en Perú, con Pizarro como estandarte; y en Europa, contra los turcos, la poderosa Francia y las múltiples revueltas en Italia.

En este contexto tan bélico nació y creció el hidalgo Garcilaso de la Vega. Con una educación muy esmerada (hablaba cinco idiomas), no fue su inteligencia, con todo, sino su destreza con la espada lo que le permitió ganarse la vida. Convirtiéndose en soldado real, destacó en los campos de batalla por su enorme valor, recorriendo casi toda Europa de guerra en guerra. De esta forma, luchó en Castilla; defendió la isla griega de Rodas de los turcos; se midió en el País Vasco por primera vez al ejército francés; sirvió de espía real en Francia... Su emocionante vida, como no pudo ser de otro modo, acabó en acto de servicio. Al frente de 3000 hombres, durante el asedio a una fortaleza en Le Muy (Francia), Garcilaso encabezó la ofensiva y fue de los primeros en subir por las escalas para tomar el castillo. Los franceses le lanzaron una roca y esta le hizo caerse al foso, caída de la que no sobrevivió. Tal era su fama que Carlos I, preso de rabia al enterarse de su muerte, mandó matar a todos los soldados de la fortaleza que le había costado la vida a Garcilaso.

No obstante, si hubo un lugar en Europa que le marcó profundamente fue, sin duda alguna, Italia. En 1522 pisó por primera vez tierras transalpinas, más concretamente la de Nápoles (que, por aquel entonces, pertenecía a España). Y allí conoció a Petrarca. No en persona, claro, sino su obra poética. En Nápoles (donde permaneció dos años de su vida), Roma (que visitó en 1529) o Florencia (ciudad que tomó), quedó fascinado por el Cancionero de Petrarca, así como por toda la lírica italiana renacentista. También fue en Italia donde leyó a los grandes clásicos grecolatinos: Horacio, Ovidio, Virgilio...

Animado por su amigo y poeta Juan Boscán, comenzó a imitar el estilo petrarquista y aplicarlo a sus propios poemas. De este modo, el Renacimiento llegaría a España. Y, de la misma forma que Petrarca tuvo a su Laura como inspiración, otra mujer fue el centro de la mayor parte de sus poemas: Isabel Freyre. Esta era una dama de compañía de la emperatriz Isabel de Portugal, esposa de Carlos I, y la conoció durante un viaje por España de los monarcas con motivo de sus bodas. Aunque Garcilaso estaba casado y ya había tenido escarceos con otras mujeres, Isabel Freyre lo encandiló de tal forma que la inmortalizó en sus poemas con el nombre de Elisa:



Son varias las características de la obra de Garcilaso que se pueden apreciar en este ejemplo, a saber:

1) El estilo es el propio del Renacimiento, esto es, claro, musical, sencillo, con un vocabulario cuidado, pero nada complejo, fácil de entender.

2) Emplea estrofas propias de la lírica italiana. Aquí está usando la canción, pero en su obra utilizará, sobre todo, sonetos y liras.

3) Aparece el tópico romano 'locus amoenus', es decir, un espacio natural agradable, paradisíaco: verde hierba, fresco viento, lirio blanco, colorada rosa...

4) También utiliza la égloga, un subgénero lírico de origen griego, en el que dos pastores hablan de amor en una naturaleza paradisíaca. Garcilaso recuperará, a su vez, otros subgéneros grecolatinos, como la elegía, la oda y la epístola. 

5) El tema es, por supuesto, el amor.

Habréis notado que el tono de este fragmento es melancólico, ¿verdad? Lamentablemente, el amor de Garcilaso por Isabel era imposible y eso produce una profunda tristeza en el poeta, lo cual se notará especialmente en sus églogas (sobre todo tras la muerte de Isabel). Sin embargo, y a pesar de ser no correspondido (y de su posterior fallecimiento), el sentimiento de Garcilaso es tan puro, tan intenso, que no lamentará jamás sentirlo. A fin de cuentas, al igual que lo era Laura para Petrarca, Isabel es la mujer ideal, perfecta para Garcilaso:



Como buen renacentista, a Garcilaso también le apasionaban los temas mitológicos grecorromanos, sobre todo si reflejaban ese amor no correspondido e imposible que sentía él por Isabel. Un buen ejemplo sería este:



RESUMEN DE LA LÍRICA PETRARQUISTA Y GARCILASO

* Utiliza estrofas italianas renacentistas, como la canción, la lira y, sobre todo, el soneto.

* Emplea tópicos de la literatura grecolatina, especialmente el 'locus amoenus' (paisaje natural paradisíaco).

* Recurre a subgéneros líricos propios de Grecia y Roma, como la égloga, la oda, la epístola o la elegía.

* El amor no correspondido es el tema principal. Se trata de un amor que produce melancolía, pero que es puro y muy intenso.

* Dicho amor se siente por una mujer que es ideal, perfecta y muy hermosa (Isabel).

* El estilo es claro y sencillo, musical y nada complicado de entender.

* Usa temas de la mitología grecolatina.

No hay comentarios: