El último género reseñable en el Romanticismo fue el teatro, naciendo en esta etapa una de las grandes obras dramáticas de nuestro idioma, a saber:
Don Juan Tenorio lleva a su cumbre máxima al mito del seductor que ya se había visto en El burlador de Sevilla, de Tirso de Molina, o El estudiante de Salamanca, de Espronceda. José Zorrilla no solo encarna en ella perfectamente el espíritu del Romanticismo (ambientes tétricos, personajes apasionados), sino que rompe definitivamente con lo que era el teatro ilustrado. Si recordáis los temas anteriores, la Ilustración propugnaba que el género dramático debía cumplir tres normas:
- La obra ha de ser verosímil, es decir, ha de imitar a la realidad actual. Don Juan Tenorio, por el contrario, y aunque está ambientada en Sevilla, tiene lugar en la época del Imperio español (un par de siglos atrás), cumpliendo con la necesidad romántica de alejarse del mundo; y, sobre todo, emplea elementos sobrenaturales, como los espectros de Don Gonzalo o Don Luis.
- La obra ha de ser una escuela de buenas costumbres para la sociedad. En Don Juan Tenorio esta intención didáctica no ha desaparecido por completo (se pueden extraer algunas lecciones morales y religiosas de la tragicomedia), si bien ya no era el objetivo principal que perseguía Zorrilla cuando la escribió.
- La obra ha de componerse siguiendo la regla de la unidad: un único espacio, un único tiempo y una única acción. En Don Juan Tenorio esta norma se transgrede por completo. De este modo, la historia ocurre en varios lugares distintos de Sevilla (la casa de Don Juan, el convento donde está Doña Inés, el cementerio...) y en dos épocas diferenciadas (una con Don Juan de joven y otra en la que el galán vuelve a Sevilla después de varios años). Por último, varias son las acciones que suceden en la obra: la apuesta entre Don Juan y Don Luis; el secuestro y seducción de Doña Inés; etc.
- Por si esto no fuera poco, Zorrilla compone su obra en verso (combinando diferentes tipos de estrofas), cuando los ilustrados impusieron la prosa para sus teatros.
Por supuesto, Don Juan Tenorio no fue la primera que rompió con la rigidez y los esquemas de la Ilustración. Diez años antes de su publicación, ya habían hecho lo propio Juan Eugenio Hartzenbusch con Los amantes de Teruel; Antonio García Gutiérrez con El trovador; y sobre todo, Ángel Saavedra, duque de Rivas, con Don Álvaro o la fuerza del sino:
Don Álvaro o la fuerza del sino y Don Juan Tenorio son, sin duda alguna, los grandes exponentes del teatro romántico, cuyos rasgos, además de los anteriormente citados, se ven reflejados a la perfección en ambas obras:
a) La exaltación del yo y los sentimientos queda patente en el retrato que se hace del amor como fuerza absoluta que puede condenar o salvar el alma humana. Así, Don Juan evitará el infierno gracias al amor que comparte con Doña Inés; por el contrario, Don Álvaro solo conocerá la desgracia en su vida por culpa de lo que en su día sintió por Doña Leonor, que acabará también condenada por el mismo motivo.
b) Don Juan y Don Álvaro son el prototipo de héroe romántico: valientes, rebeldes, osados, idealistas y enemigos de las normas sociales que les impiden conseguir lo que más desean. Su contagiosa pasión será, por desgracia, su condena. El destino que espera a aquellos que van en contra de lo establecido es siempre trágico, siendo la muerte su final más común.
c) Es habitual la mezcla de lo trágico con lo cómico. Cuando conocemos a Don Juan, es imposible no sonreírse con las aventuras y las bromas de este galán y su manera de humillar a Don Luis o Don Gonzalo. No obstante, poco a poco, a medida que su destino aciago se va acercando, la obra asumirá un tono mucho más serio, propio de la tragedia. En Don Álvaro o la fuerza del sino la historia comienza con un corrillo de parroquianos sevillanos que cotillea a costa del hidalgo, soltando algunas especulaciones realmente divertidas. En cuanto el padre de Doña Leonor muere, la acción se torna grave, triste y lúgubre.
d) Se combina en ambas obras la prosa (con un lenguaje sencillo y coloquial) con el verso, empleado para los instantes más dramáticos y emotivos, en los que el vocabulario cambiará a uno más complejo y poético.
e) La presencia de tormentas (la naturaleza como símbolo de las pasiones), elementos sobrenaturales y otros recursos obligará en las representaciones de estas obras a utilizar toda clase de efectos especiales, así como de luz y sonido, decorados artificiosos y grandilocuentes, etc.
Si disponéis de tiempo, deberíais ver ambas obras. No solo vais a aprender más sobre el Romanticismo, sino que, además, os van a gustar mucho. Y con esto acabamos este movimiento literario. Si tenéis alguna duda, emplead los comentarios, ¿de acuerdo? ¡Ánimo y a seguir estudiando!
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